Dos pequeños colores se funden en un abrazo sin
percatarse de que se convierten en un nuevo color, lo
que hace que nadie les reconozca. El llanto les
devuelve a su forma original, un descubrimiento que
celebran y comparten con todos sus amigos. Es así
como a partir de entonces jugarán a crear nuevas
gamas cromáticas.
Bajo la aparente sencillez de este relato subyace una
historia en la que se ensalzan la amistad, la inocencia,
la identidad individual y colectiva. Paralelamente, los
primeros lectores reciben una lección artística sobre
colores, tamaños y direcciones. Aplicada a estos
tiempos, Leo Lionni transmite que no importan las
diferencias entre las personas cuando lo relevante es
la solidaridad, la comprensión y la convivencia.
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